Negro cabeza. Judío tenía que ser. Maricón. Villero. Bolita y muchos más.
Creo que muchas veces se dicen sin pensar, están incorporados en nuestros hábitos. Provienen de una discriminación cultural que nos precede.
Analizando un poco la frase “negro cabeza”, la mayoría la utiliza para denotar algo de mal gusto; al igual que villero, atribuido a un buscavida, mal vestido, ladronzuelo.
Sin querer entrar a buscar el motivo de estas frases, sería bueno utilizar como adjetivo su propio significado, en lugar de ellas.
Lo que hoy me lleva a escribir es haber compartido, sin ser parte, de una conversación sumamente discriminatoria.
En ella se acusaba a gente, que por el solo hecho de haber nacido ricos, no tenía posibilidad de hacer las cosas bien. Se los descalificaba, se los relacionaba con la iglesia como algo aberrante. “Chupa sirio”, “del Opus Dei”, “que asco me dan”, decían. Nunca cuestionaron a lo que se dedicaban, como lo hacían, sus valores… Simplemente por su forma de hablar, de vestir, o sobre todo su poder adquisitivo, se los hacía a un lado, se los descartaba. Pude percibir el odio en sus palabras.
Yo pasé desapercibido y no emití opinión. No tuve ganas. Pero me quede pensando en lo que es realmente discriminar.
Llegué a la conclusión que es descartar a una persona, por una o muchas condiciones que lo caracterizan de una forma ajena a nuestra cultura. Más aún, lo encasillamos en ese “negro villero”. En el “ricachón”, que parece no interesarse más que en seguir siendo rico; y que nunca va a pensar en el otro. Es no dar oportunidad. Es no ponerse en su lugar antes de juzgarlo.
Puedo entender que al educar a nuestros hijos, tratemos de alejarlos de aquellos que son vagos, adictos a conductas que los dañan física y mentalmente. Puedo entender que es natural juntarse con otros que tienen los mismos hábitos que uno.
Me parece muy mal descalificar a alguien, por no considerarlo parecido a uno mismo.
Démosle, al menos una oportunidad. Tratemos de ver en el otro al ser humano. Utilicemos nuestra sensibilidad para detectar sus valores; y recién allí, veamos si son compatibles con los nuestros.
lunes, 29 de junio de 2009
miércoles, 10 de junio de 2009
Aclaración sobre "El despertar de los cirujas"
Me pasaron el número de teléfono al que se puede llamar, para informar sobre personas que están durmiendo en la calle. En la ciudad de Buenos Aires el número es 108.
Cuando escribí “El despertar de los cirujas” hice referencia metafóricamente, a la indiferencia del gobierno de turno para con esta gente; o mejor dicho con la situación.
Llamé al 108 y fui atendido.
Me parece oportuno aclarar que existe un área, perteneciente al gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que ofrece techo y comida a la gente que está en la calle. Según me informaron, se llena un formulario y le brindan posibilidades para salir de esa situación. También me comentaron, que muchos de ellos deciden no aceptar la asistencia social.
No tengo información que me permita emitir un juicio sobre esto.
Solo puedo intuir que algo falla.
Cuando escribí “El despertar de los cirujas” hice referencia metafóricamente, a la indiferencia del gobierno de turno para con esta gente; o mejor dicho con la situación.
Llamé al 108 y fui atendido.
Me parece oportuno aclarar que existe un área, perteneciente al gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que ofrece techo y comida a la gente que está en la calle. Según me informaron, se llena un formulario y le brindan posibilidades para salir de esa situación. También me comentaron, que muchos de ellos deciden no aceptar la asistencia social.
No tengo información que me permita emitir un juicio sobre esto.
Solo puedo intuir que algo falla.
martes, 2 de junio de 2009
La ilusión
Casi me detengo a preguntarle porqué estaba ahí, porque había llegado a esa situación que denotaba haberlo perdido todo.
No lo hice. Temí ilusionarlo.
Seguí caminando y la cabeza no me dejaba en paz.
¿Qué representaría yo para él?
Tal vez una solución pasajera. Una moneda para tirar el día a día.
Tal vez hubiera desencadenado una ilusión. El haber hablado con alguien que trabajaba ahí, en esos edificios cercanos al poder político. Sería su esperanza de conseguirle una solución, un techo, un trabajo, una vida mejor.
Las ilusiones… Cuantas veces pasan por mi cabeza. Un instante, una situación que te hace pensar en lo que podría pasar.
Dejas volar la imaginación y ella te lleva a situaciones ideales. Cumplís tus objetivos, triunfas.
Es placentero soñar despierto. Tal vez su cara me demostró que estaba haciendo eso. Lo dejé así, inmerso en su ilusión.
Lo único que hice por él, fue dejarle un deseo. Que cumpla sus sueños. Que puedan éstos darle la fuerza para hacer algo; y sobretodo que se cruce con la gente adecuada que le permita salir adelante.
No lo hice. Temí ilusionarlo.
Seguí caminando y la cabeza no me dejaba en paz.
¿Qué representaría yo para él?
Tal vez una solución pasajera. Una moneda para tirar el día a día.
Tal vez hubiera desencadenado una ilusión. El haber hablado con alguien que trabajaba ahí, en esos edificios cercanos al poder político. Sería su esperanza de conseguirle una solución, un techo, un trabajo, una vida mejor.
Las ilusiones… Cuantas veces pasan por mi cabeza. Un instante, una situación que te hace pensar en lo que podría pasar.
Dejas volar la imaginación y ella te lleva a situaciones ideales. Cumplís tus objetivos, triunfas.
Es placentero soñar despierto. Tal vez su cara me demostró que estaba haciendo eso. Lo dejé así, inmerso en su ilusión.
Lo único que hice por él, fue dejarle un deseo. Que cumpla sus sueños. Que puedan éstos darle la fuerza para hacer algo; y sobretodo que se cruce con la gente adecuada que le permita salir adelante.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)