Negro cabeza. Judío tenía que ser. Maricón. Villero. Bolita y muchos más.
Creo que muchas veces se dicen sin pensar, están incorporados en nuestros hábitos. Provienen de una discriminación cultural que nos precede.
Analizando un poco la frase “negro cabeza”, la mayoría la utiliza para denotar algo de mal gusto; al igual que villero, atribuido a un buscavida, mal vestido, ladronzuelo.
Sin querer entrar a buscar el motivo de estas frases, sería bueno utilizar como adjetivo su propio significado, en lugar de ellas.
Lo que hoy me lleva a escribir es haber compartido, sin ser parte, de una conversación sumamente discriminatoria.
En ella se acusaba a gente, que por el solo hecho de haber nacido ricos, no tenía posibilidad de hacer las cosas bien. Se los descalificaba, se los relacionaba con la iglesia como algo aberrante. “Chupa sirio”, “del Opus Dei”, “que asco me dan”, decían. Nunca cuestionaron a lo que se dedicaban, como lo hacían, sus valores… Simplemente por su forma de hablar, de vestir, o sobre todo su poder adquisitivo, se los hacía a un lado, se los descartaba. Pude percibir el odio en sus palabras.
Yo pasé desapercibido y no emití opinión. No tuve ganas. Pero me quede pensando en lo que es realmente discriminar.
Llegué a la conclusión que es descartar a una persona, por una o muchas condiciones que lo caracterizan de una forma ajena a nuestra cultura. Más aún, lo encasillamos en ese “negro villero”. En el “ricachón”, que parece no interesarse más que en seguir siendo rico; y que nunca va a pensar en el otro. Es no dar oportunidad. Es no ponerse en su lugar antes de juzgarlo.
Puedo entender que al educar a nuestros hijos, tratemos de alejarlos de aquellos que son vagos, adictos a conductas que los dañan física y mentalmente. Puedo entender que es natural juntarse con otros que tienen los mismos hábitos que uno.
Me parece muy mal descalificar a alguien, por no considerarlo parecido a uno mismo.
Démosle, al menos una oportunidad. Tratemos de ver en el otro al ser humano. Utilicemos nuestra sensibilidad para detectar sus valores; y recién allí, veamos si son compatibles con los nuestros.
lunes, 29 de junio de 2009
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