jueves, 12 de enero de 2012

Impedimento de vínculo. Punto de vista del no impedido

Imagino madres o padres abandonados por su pareja. Padres o madres que rehacen su vida; y se ocupan de ese nuevo vínculo, desatendiendo a sus hijos. Progenitores de religiones sumamente conservadoras, que advierten en el otro una falta grave. Agravios físicos, agravios verbales.


Puedo ver el resentimiento. El miedo a que la vuelta de aquel que reclama arrepentido. De aquel que reclama, hasta sin tener conciencia de su culpa, le quite el amor de hijo a padre, al que se quedó con ellos.

Sigo pensando que un hijo te brinda un derecho de por vida, el de ser padre. Todos los hijos, a pesar de sufrir abandono, carencias, malos tratos; aman en silencio a sus progenitores. A pesar que les reclamen con dolor. Es precisamente ése, el dolor del amor.

El derecho que te da un hijo genera, en contraposición, obligaciones. Nuestros hijos ven todo; y juzgan las obligaciones de sus padres.

Lamentablemente y debido a las diferencias de una pareja que se rompe, el hijo que juzga el mal cumplimiento de las obligaciones de uno de los progenitores, recibe la aprobación, la contención, el dolor del otro progenitor, que está herido en su ego. En muchos casos con razón. Todo contribuye a fomentar la ruptura de vínculo.

Un hijo tiene todo el derecho a reclamar las responsabilidades de dedicación, mantenimiento y educación, por parte de cada uno de sus progenitores.

Por favor, no impidamos ese reclamo. No cortemos el vínculo.

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